En un entorno laboral donde los equipos buscan propósito, coherencia y conexión, los valores empresariales son mucho más que palabras bonitas en una pared. Son la brújula que guía cómo se toman decisiones, cómo se lidera, cómo se trabaja y cómo las personas se relacionan dentro de la organización.
Una empresa con valores sólidos no sólo comunica lo que hace, sino quién es y por qué existe. Cuando los valores se viven de verdad, por ejemplo, cuando “innovación” implica dar espacio al error o “colaboración” significa compartir el crédito, se genera coherencia cultural, confianza y pertenencia.
En cambio, cuando se declaran valores que no se practican, ocurre lo contrario: se pierde credibilidad y se erosiona el compromiso. Es lo que muchas personas llaman “valores de pared”, que pueden ser mensajes bonitos, pero están desconectados de la realidad.
Un ejemplo es HubSpot, que redefinió sus valores en torno a la fórmula “HEART” (Humble, Empathetic, Adaptable, Remarkable, Transparent). Cada letra representa comportamientos que se evalúan en las promociones y reconocimientos internos. Eso es vivir los valores, no solo declararlos.
Pasos para definir valores corporativos auténticos en tu empresa
Una cultura organizacional sólida se construye sobre una base de valores coherentes, verdaderos y accionables. Definir valores empresariales auténticos es un proceso colaborativo, estratégico y profundamente humano.
A continuación, tres pasos clave para hacerlo con sentido:
1. Escuchar a las personas en la organización
Antes de decidir qué valores representan a la empresa, hay que escuchar. ¿Qué historias se repiten en los equipos? ¿Qué comportamientos se reconocen espontáneamente? Los valores deben ser pensados por y para el equipo humano.
Definir valores requiere comprender qué comportamientos ya inspiran orgullo o confianza dentro de la organización. Escuchar a distintos niveles, desde equipos operativos hasta liderazgo senior, permite identificar patrones reales de cómo se trabaja, se decide y se coopera.
Realizar entrevistas, focus groups o encuestas puede revelar el ADN cultural real. Herramientas como Buk o Culture Amp permiten medir percepciones culturales y detectar los valores que ya están vivos en la organización (y los que no).
Esta estrategia también aumenta la adhesión y compromiso con usar los valores empresariales como guía. Las personas se comprometen más con aquello que les hace sentido y que ayudaron a construir.
2. Vincular valores con comportamientos observables
Un valor empresarial no es real si no se puede poner en práctica en los comportamientos y en la toma de decisiones en el día a día.
Por ejemplo:
- La “Transparencia” se traduce en compartir decisiones y resultados de manera clara, ya sean buenos o no.
- La “Innovación” se demuestra cuando se premia la experimentación y el desarrollo, no solo los aciertos.
- El “Respeto” se ve en cómo se manejan las conversaciones, los acuerdos o desacuerdos, y las cargas de trabajo.
Al conectar los valores con comportamientos concretos, se pasa del “decimos” al “hacemos”. Y ese es el punto donde la cultura se vuelve real, generando un sentido de propósito y de engagement más claro y cercano en los equipos de trabajo.
3. Coherencia con decisiones y liderazgo
Los valores son creíbles sólo cuando el equipo los encarna, partiendo desde los líderes. Cada decisión tomada por el liderazgo comunica a los equipos qué valores son verdaderos y cuáles son apenas discurso.
En una empresa con liderazgo coherente, los valores se reflejan incluso en los momentos difíciles: cómo se enfrenta una crisis, cómo se prioriza al cliente o cómo se equilibra el bienestar con la productividad. Cuando los líderes modelan los valores en decisiones concretas, estos se convierten en parte del ADN de la organización.
Plataformas como Yourney.io ayudan a desarrollar este tipo de liderazgo mediante coaching digital personalizado, fortaleciendo el reconocimiento de valores empresariales auténticos y fortaleciendo la congruencia entre lo que se dice y lo que se hace.
4. Aceptar y cultivar microculturas internas
De acuerdo con el estudio Global Human Capital Trends 2024 de Deloitte, las organizaciones ya no operan bajo una única cultura homogénea, sino que funcionan como un ecosistema de microculturas: pequeñas variaciones en la forma de trabajar según los equipos, áreas o geografías.
Estas microculturas fortalecen el compromiso y la agilidad si se alinean con principios organizacionales claros. Permitir que los equipos definan cómo vivir los valores en su contexto, con autonomía, pero bajo una brújula común, fomenta pertenencia y coherencia cultural.
Así, los valores dejan de ser un marco rígido y se convierten en una red viva que adapta el propósito de la empresa a las distintas realidades de su gente.
5. Iterar y adaptar
Las empresas evolucionan y las estrategias cambian. Por esto es importante revisar los valores periódicamente para asegurarse de que siguen siendo relevantes.
Incorporar feedback del personal y revisar el impacto real de los valores actuales permite ajustar y fortalecer la cultura sin perder autenticidad.
Ejemplos de valores que impulsan culturas ganadoras
Los valores más efectivos son los que conectan con la identidad real del negocio y con las personas que lo construyen día a día. Aquí otros ejemplos que inspiran:
Netflix
Netflix promueve un entorno donde los colaboradores tienen autonomía para tomar decisiones, pero con un fuerte sentido de responsabilidad.
Sus valores se traducen en prácticas concretas como permitir horarios flexibles, eliminar políticas estrictas de vacaciones y exigir transparencia en el desempeño. Esto genera equipos que se sienten dueños de sus resultados y responsables de sus decisiones.
Patagonia
La empresa estadounidense de ropa outdoor Patagonia integra la sostenibilidad en todas sus decisiones: desde procesos de producción hasta campañas de marketing.
Sus valores no son solo comunicados, sino que se reflejan en acciones, como donar un porcentaje de las ventas a iniciativas ambientales y fomentar voluntariado corporativo. Esto refuerza el compromiso y la lealtad interna.
Bimbo
Bimbo ha definido sus valores corporativos con foco en las personas, con el bienestar, el respeto y la cercanía humana como pilares de una cultura fuerte y sostenible.
Refuerzan la integridad y la transparencia en todas sus operaciones, asegurando que los valores se reflejen en decisiones cotidianas y que los equipos en distintas geografías vivan la cultura de manera coherente.
FEMSA
FEMSA, empresa del sector de comercio y bebidas en Latinoamérica, impulsa la integridad y la transparencia como base de su gestión.
Los líderes son evaluados por cómo modelan estos valores y cómo los equipos los aplican en decisiones cotidianas, asegurando que la cultura corporativa sea consistente en todas las geografías y áreas de negocio.
En cada uno de estos casos, los valores son mucho más que un eslogan: son decisiones vivas que marcan la manera de trabajar, liderar y relacionarse interna y externamente.
Por qué los valores de una empresa importan más que nunca
Hoy, las personas buscan trabajar en empresas que practiquen lo que predican. Según un estudio de Ipsos, el 46% de los colaboradores que describen su cultura como positiva recomendarían su empresa como un buen lugar para trabajar, frente a sólo 1 de cada 4 en culturas negativas.
Definir y vivir los valores empresariales no es un ejercicio estético; es una estrategia para alinear la organización hacia objetivos claros y coherentes. Cuando los valores se enfocan en criterios humanos, se traducen en equipos más motivados, comprometidos y conectados con la misión de la empresa.
Integrar estos principios en decisiones, liderazgo y procesos cotidianos permite que la cultura sea un motor real de innovación, retención de talento y bienestar laboral. Los valores son, en definitiva, la energía invisible que sostiene los resultados visibles.
Para fortalecer los valores de tu empresa e impulsar una transformación cultural ganadora, conoce Yourney.io.